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La vida en pequeñas dosis

El “Códex Argenteus”

Si vieran esta imagen, sin saber nada sobre ella, ¿qué dirían que es?

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Lo primero que pensé cuando la vi fue “Moria”. Esta página podría haber sido sacada de una inscripción en la roca de la ciudad enana abandonada de “El Señor de los Anillos”. El estilo rúnico de las fuentes y los arcos en el pie de página invitan a pensar así.

Pero esta página pertenece a un libro real, el “Códex Argenteus”, una traducción de la biblia hecha en el siglo IV por el obispo Ulfilas (o Wulfilas, según las fuentes). Su particularidad es ser la única muestra existente del idioma en que está escrito: el que hablaba Alarico, que depuso a un emperador romano, colocó a otro de su designio, lo quitó luego y saqueó Roma; el que hablaba Ataulfo, su hermano, que dirigió a su gente hacia España y el sur de Francia; el que hablaba Teodomiro, que años después de Alarico conquistó roma y fundó un reino en Italia; el que hablaban los abuelos de Roderico (“Rodrigo”), que facilitó la invasión de la península ibérica por los moros; y el que hablaban los antepasados de Pelayo, el que inició la reconquista.

Seguro que ya lo han adivinado: estoy hablando del godo, el idioma de los germanos que llegaron a las tierras del imperio romano en el siglo III desde Escandinavia, que Roma llamó “godos”. Se dividían en ostrogodos (los “godos del este”), que estuvieron aliados con Atila, y visigodos (los “godos del oeste”), foederati de Roma. Ambos pueblos abandonaron su lenguaje original a medida que se “romanizaron” y se convirtieron al cristianismo (primero como arrianistas, luego como católicos). En el siglo VI ya casi nadie lo hablaba, pero por suerte tenemos el trabajo de Ulfilas para recordarnos que existió.

 

 

“Eleanor”

Después de un pequeño hiato en la publicación de entradas sobre coches clásicos, vuelvo con fuerza. Damas y caballeros, les presento a “Eleanor”.

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“Eleanor”, de la película “60 segundos” (fuente: hemmings.com)

Si han visto la película “60 segundos”, lo habrán reconocido. Es un Mustang Fastback del 1967, el “coche de los sueños” del protagonista de la película. En esa película sólo había dos cosas buenas: este coche y Angelina Jolie. Bueno, y también Vinnie Jones.

El coche ha sido subastado recientemente por un millón de dólares. Si les parece mucho, prepárense porque no fue el más caro: ese honor corresponde a otro Mustang, el Shelby GT 500 “Super Snake” (del que ya he hablado por aquí), que se vendió por 1.3 millones. Ahí es nada.

Datos técnicos, copiando y pegando de la noticia en hemmings.com:

Sold in “movie used” condition with minor repairs, the car featured a 351-cu.in. Ford V-8 rated at 400 horsepower, a four-speed manual transmission (complete with a Go-Baby-Go Line Lock button atop the shift knob), four-wheel disc brakes, a lowered coilover suspension, PIAA driving lights, a non-function nitrous oxide system and a distinctive fiberglass body kit sketched by designer Steve Stanford.

Si tienen unos euros para invertir, ya saben qué pueden hacer con ellos.

El Lotus Elan

Una de las cosas que he aprendido viendo Wheeler Dealers es que Inglaterra tiene una gran tradición fabricando coches de un estilo particular: los roadsters, coches biplazas, pequeños, deportivos y descapotables. Son coches elegantes, que uno se imagina usando para ir a un picnic en la campiña inglesa un día de verano. Uno de los ejemplos por antonomasia es el Triumph Spitfire, y el otro es el que les traigo hoy: el Lotus Elan.

Lotus Elan de 1965 (fuente: bringatrailer.com)

Lotus Elan de 1965 (fuente: bringatrailer.com)

Aunque también hay un modelo moderno, el que sale en la foto es el clásico, el de los 60. Se hizo famoso por ser el coche de Emma Peel, de la serie “Los Vengadores”. En la foto no se ve bien, pero este coche es minúsculo: pesa 680kg, y mide 3.6 m de largo, 1.4 de ancho y 1.1 de alto. Por eso, con un motor de 1558cc podía alcanzar cerca de 190 km/h. Fue alabado por su manejo y su deportividad, y todavía hoy es uno de los clásicos más buscados.

 

Porsche 944

 

Los 80 fueron grandes años para los deportivos. Las grandes marcas parieron algunos de sus modelos más míticos: el Testarossa de Ferrari, el Lamborghini Countach, y el modelo que les muestro a continuación: el Porsche 944.

Porsche 944 de 1979 (fuente: bringatrailer.com)

Porsche 944 de 1979 (fuente: bringatrailer.com)

En el programa “Wheeler Dealers” (traducido aquí como “Joyas sobre ruedas”, en el canal Discovery Max) restauraron uno precioso, del mismo color que el que pongo ahí arriba. Pero como era un modelo muy limpio y bien cuidado, que apenas necesitaba reparaciones, en lugar de dejarlo perfecto lo convirtieron en un coche de circuito. ¡Sacrilegio! Sólo por eso merecerían arder en el infierno.

El 944 es, si no el preferido, uno de los Porsches de los 80 más valorados. Su línea sigue siendo atractiva hoy en día, y su aura de deportivo con clase (aparte de clásico por sus años) lo distingue de otros “cohetes” divertidos, pero con menos finura (hola, BMW). En 8000vueltas hablan de uno comprado de segunda mano, con sus pros y sus contras. Un artículo muy recomendado tanto para los que quieran uno como para los que busquen un deportivo de segunda mano en general.

 

“La Puerta de Ishtar” (y 2): todo lo demás

Tenía pendiente una segunda parte de la reseña de “La Puerta de Ishtar” que hice hace un tiempo. Les hablaba de cómo el juego bebía de la mitología y literatura de Mesopotamia, cómo Rodrigo había usado el idioma acadio para darle profundidad a la ambientación, y de algunas de las referencias más patentes (las obras de Robert E. Howard, H. P. Lovecraft y Clark Ashton Smith). Habiendo acabado el libro, no tengo mucho más que decir respecto a esto. Pero me faltaba una parte del trabajo de Rodrigo que considero fundamental en el éxito del crowdfunding de “La Puerta”: el marketing.

Si bien el trabajo que va en el libro es importante, “La Puerta” no habría sido lo mismo sin el intenso trabajo de publicidad (bien entendida) que la rodea. Desde el principio hubo un weblog para hablar de los progresos en su elaboración, de información relacionada con Akkad, Súmer o Mesopotamia, de las visitas de Rodrigo a la verdadera Puerta de Ishtar (la del British Museum), de sus contribuciones al Fanzine Rolero y a otras publicaciones, hacer encuestas … y de los dibujantes que participan en el libro.

Portada de

Portada de “La Puerta de Ishtar”

Esta última parte me parece imprescindible para entender por qué “La Puerta” ha conseguido tanto apoyo. Rodrigo nos ha puesto los dientes largos con dibujos que iban a aparecer en el libro: cada poco tiempo había una nueva ilustración, o la presentación de un nuevo dibujante. El weblog arrancó con la portada del libro (obra de AJ Manzanedo) adornando la cabecera, y después pudimos ver otras de todos los que han participado en el libro. Cuando salió el libro, muchos (entre los que me incluyo) teníamos tantas ganas de leerlo como de disfrutar de las ilustraciones.

Y por fin, otro elemento clave del éxito de “La Puerta” es todo el “trabajo de campo” de Rodrigo en convenciones y derivados. He perdido la cuenta de las presentaciones, partidas de demostración y charlas de las que ha dado cuenta en el weblog. Ni siquiera editoriales “profesionales” dedican tanto tiempo al contacto directo con los jugadores. Rodrigo ha bajado a la arena a enfrentarse cara a cara con los leones, por decirlo así, mientras que otros se quedan en las gradas gritando y agitando sus pañuelos.

Estos tres factores (un weblog activo desde el principio del proyecto, una colección de dibujantes excepcionales y la publicidad “puerta a puerta”) son los que han hecho de “La Puerta de Ishtar” un fenómeno de referencia en los juegos de rol españoles. Todavía es pronto para verlo, pero será un modelo a seguir por todas las publicaciones que se creen en España y posiblemente en otros países.

 

Un lobo con piel de cordero: BMW 325i de 1989

Un nuevo “deportivo de calle” directo desde Bring A Trailer, para deleite de sus ojos y sus glándulas salivales:

BMW e30 de 1989, un 325i con motor de 740i (fuente: bringatrailer.com)

BMW e30 de 1989, un 325i con motor de 740i (fuente: bringatrailer.com)

BMW es un clásico de los coches deportivos alemanes. Es difícil encontrar alguien al que le gusten los coches rápidos y potentes que no tenga, haya tenido o desee tener un BMW. Tienen ese aspecto de “ladrillo con motor gigante” que, a mí al menos, me resulta muy atractivo: ángulos rectos, ruedas anchas, faros grandes. Un aspecto muy alemán.

El que les pongo aquí hoy es un ejemplo: mientras que los BMW recientes (modelos e46 y e90) tienen un aspecto de curvas suaves, éste (un e30 de 1989) todavía es “cuadrado” y agresivo. Aparte, originalmente era un 325i, pero el dueño le cambió el motor por el V8 de un 740i (280CV) y la transmisión por una de seis marchas de un 540i.

Con todo esto y 1270kg de peso, el coche corre que se las pela. Personalmente le quitaría las llantas actuales para ponerle otras más discretas, y que nadie se imaginara el monstruo que hay bajo el capó. Es un coche con el que podrías conducir por cualquier sitio sin llamar la atención, y darte de vez en cuando el placer de dejar atrás en el semáforo a coches más pretenciosos.

 

 

Shelby GT 500 “Super Snake”

Dentro de los nombres propios que adornan el mundo el motor hay uno muy especial: Carroll Shelby. Fue corredor de carreras y empresario, pero el mundo le recordará por su labor como diseñador/constructor/modificador de coches. En concreto, por dos modelos: el Mustang Shelby y el AC Cobra.

En Hemmings ha aparecido recientemente uno de los GT500 “paridos” por este hombre: el “Super Snake”. Ecce auto:

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GT500 “Super Snake”, modelo único de Shelby American (fuente: hemmings.com)

Traduzco y parafraseo la presentación de este coche que hace Hemmings:

Ciento setenta millas por hora puede no ser mucho para un “supercoche” moderno, pero en 1967 no todos los coches podían presumir de esa velocidad. Uno de los que podía era el Shelby G. T. 500 Super Cobra.

Para ponerlo en contexto, ciento setenta millas por hora son doscientos setenta (y pico) kilómetros por hora. Si pensamos que este coche tiene casi cincuenta años, lo mínimo es asombrarse. Aunque sólo sea un poquito.

Por si fuera poco, este coche es único. Por aquellos años, Shelby había fundado Shelby American, empresa que modificaba coches de diversas marcas (Ford, principalmente; pero también trabajaron con otras como Dodge) para obtener modelos deportivos. El GT350 y el GT500, ambos basados en los Ford Mustang, son dos de sus modelos más famosos. En 1967 recibieron un encargo de Goodyear: diseñar un coche para demostrar la calidad de sus ruedas Thunderbolt, dirigidas al mercado doméstico. Shelby decidió darle un buen repaso a los neumáticos, y junto a su diseñador jefe, Fred Goodell, usaron la base del Mustang que tan bien conocían y le colocaron un motor GT40 Mk 2 (7L, 485CV), el que Ford montaba en sus coches para las 24 horas de Lemans.

Los periodistas montaron en el coche, conducido por el propio Shelby, y disfrutaron de varias vueltas a una media de 142 millas por hora (228 km/h). No sé si envidiarlos o compadecerlos. Y todo esto, recordemos, con neumáticos que estaban pensados para coches normales, no para deportivos.

Aunque se estudió la posibilidad de hacer un coche para el público con las mismas especificaciones, el precio era muy alto: 7500 dólares de la época, unos 41000 actuales. Así que se quedó como uno más de los excéntricos, exagerados y maravillosos experimentos de la factoría Shelby.

 

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