Mucha gente no sabe usar correctamente los puntos y las comas. Podría decir que no me importa, que acepto que mi opinión puede no ser la correcta y que el uso que la gente da a estos signos de puntuación es tan válido como el que hago yo. Pero mentiría. Me cuesta mucho ver un email escrito con párrafos de diez líneas sin un solo punto y no reprimir un gruñido de frustración. Me duelen los ojos. Se me encoge el corazón. Es la maldición del pilkunnussija.

"Someone is wrong on the Internet"

"Someone is wrong on the Internet"

Las comas

Hay reglas sobre cómo usar la coma. Pueden verlas en Wikipedia y en muchos otros sitios de Internet. Por ejemplo, aquí, aquí y aquí.

Pero lo importante, quizás la razón de que tanta gente no la use correctamente, es saber cómo leerla. La coma hace nuestras frases ágiles: vuela, salta, corre, va de un sitio a otro sin parar, dejándonos respirar lo justo antes de llegar, exhaustos, al punto del final de la frase. Hay autores que las usan de forma muy particular, como Saramago (o Jack Kerouac, por lo que me han dicho); y otros que no las usan en absoluto o muy poco, como Cormac McArthy. En “No es país para viejos” o “La carretera”, las frases van hilvanadas con una conjunción tras otra (“hizo esto y lo otro y también aquello otro y además …”), y en las más largas parece que vas a ahogarte antes de terminarlas.

Los puntos

Como antes, también hay normas sobre cómo usar los puntos: pueden verlas en Wikipedia, o aquí, o aquí.

A diferencia de la coma, ligera como una pluma, el punto es pesado. Detiene la lectura. La paraliza. La congela. Nos obliga a parar y reflexionar sobre lo que se ha leído. El punto se planta delante nuestra y nos dice: “¡No … puedes … pasar!”. Da un final a la frase; y si es punto y aparte, al párrafo, lo que es todavía más intenso. El punto y seguido es un peso pesado, un Mike Tyson en sus mejores días; pero el punto y aparte es Godzilla, derribando rascacielos a manotazos y sembrando el caos en Tokyo. Sólo tienen que ver el efecto que tiene una frase por sí misma, fuera de cualquier párrafo.

Quizás por esa entidad tan abrumadora que tiene, mucha gente apenas usa puntos al escribir. Enlazan frase tras frase con comas, a veces divagando de tal manera que el principio y el final no tienen que ver. Para esa gente, sólo existen los puntos y apartes: un punto por párrafo es suficiente. Su ímpetu al leer debe ser tan grande que derriban todos los puntos y seguido que se encuentran, convirtiéndolos en tímidas comas que se apartan para dejarlos pasar. O a lo mejor es al revés: les cuesta tanto sobrepasar la barrera representada por un punto, que prefieren usar sólo comas para no cansarse tanto al leer un párrafo.

 Conclusión

Los puntos son sus amigos. No muerden. Úsenlos cuando hace falta. Como regla general, si en una frase han puesto más de tres comas, piensen si realmente hacen falta y no podrían dividir la frase en dos (o más) usando algún punto. La gente que lea lo que escriben (sean posts en Facebook o Twitter, entradas en weblogs o emails) se lo agradecerá. Y yo podré dormir un poco más tranquilo.