Los que tengan algunos años sabrán a qué se refiere el título de este post. Recordarán que a finales de los 90 hubo un programa llamado “Caiga quien caiga” en Telecinco, dirigido por el Gran Wyoming, que se hizo famoso por gastar bromas y hacer preguntas impertinentes a personajes famosos de todo tipo, especialmente políticos. Sus componentes vestían a lo Reservoir Dogs: traje y corbata negros, camisa blanca y gafas oscuras. Fue un programa muy popular; tanto, que los políticos pasaron de ignorar a sus periodistas cuando les gritaban preguntas a recibirles en la Moncloa.

Una de sus secciones más conocidas se llamaba “Curso de ética periodística”, de la que se encargaba Juanjo de la Iglesia. En ella se mostraban titulares polémicos aparecidos en la prensa y se recomendaban versiones más correctas. La estructura siempre era la misma: primero se presentaba el titular original, explicando por qué no era adecuado; luego se presentaba una opción que ahondaba en su incorrección, llevándola al extremo; y al final se recomendaba una versión más neutra o mejor redactada.

Hoy les pongo un ejemplo claro de lo que Juanjo mostraría en su sección. Lo incluyo como captura de pantalla porque nunca se sabe si desaparecerá de la web en algún momento. Es de El País, día 24 de febrero de 2014:

elpais-evole-20140224

Según la definición de la RAE, “patraña” significa:

Mentira o noticia fabulosa, de pura invención.

Así que, técnicamente, no se puede decir nada malo del titular. El documental es ficticio, inventado, así que encaja en la definición de “patraña”. Pero como es obvio para cualquiera que haya leído un libro o dos, tiene unas connotaciones muy negativas. El País se ciñe a la definición de “noticia fabulosa, de pura invención”, pero la que quiere transmitir es la otra: “mentira”. Y con “mentira”, además, quiere sugerir algo más negativo: mala intención, ganas de hacer daño, ganas de molestar. O quiere llamar la atención con un titular manifiestamente mejorable y recibir miles de visitas cabreadas, como la mía. Que también podría ser. Todo arde con la chispa adecuada, que decía Bunbury.

Cuando acudimos a un periódico (o cualquier otra fuente de noticias) no buscamos opinión, sino hechos. Buscamos información, saber qué ha pasado para hacernos una opinión propia (salvo que leamos prensa rosa o deportiva, que son otro mundo). Acepto que el medio introduzca sutilmente su “spin”, dejando ver que hay una opinión detrás que puede o no ser distinta a la mía; pero no me gusta que me la grite a la cara con medios tan burdos como éste, porque me está diciendo qué debo pensar.

En el espíritu del “Curso de ética periodística”, si lo que quiere decir El País es que Évole ha querido molestar a todos esos televidentes, para hacer que se sientan mal, podría haberse dejado de sutilezas y haber usado un titular como éste:

 Las mentiras de Évole sobre el 23-F engañan a 5,2 millones de pardillos

Pero como es obvio, yo recomendaría otra versión del titular:

Évole bate récords con su falso documental sobre el 23-F y logra 5,2 millones de espectadores

Sólo con cambiar una palabra el titular se convierte en lo que debería ser: una forma breve y objetiva de informar sobre un hecho.