Dentro de los nombres propios que adornan el mundo el motor hay uno muy especial: Carroll Shelby. Fue corredor de carreras y empresario, pero el mundo le recordará por su labor como diseñador/constructor/modificador de coches. En concreto, por dos modelos: el Mustang Shelby y el AC Cobra.

En Hemmings ha aparecido recientemente uno de los GT500 “paridos” por este hombre: el “Super Snake”. Ecce auto:

GT500

GT500 “Super Snake”, modelo único de Shelby American (fuente: hemmings.com)

Traduzco y parafraseo la presentación de este coche que hace Hemmings:

Ciento setenta millas por hora puede no ser mucho para un “supercoche” moderno, pero en 1967 no todos los coches podían presumir de esa velocidad. Uno de los que podía era el Shelby G. T. 500 Super Cobra.

Para ponerlo en contexto, ciento setenta millas por hora son doscientos setenta (y pico) kilómetros por hora. Si pensamos que este coche tiene casi cincuenta años, lo mínimo es asombrarse. Aunque sólo sea un poquito.

Por si fuera poco, este coche es único. Por aquellos años, Shelby había fundado Shelby American, empresa que modificaba coches de diversas marcas (Ford, principalmente; pero también trabajaron con otras como Dodge) para obtener modelos deportivos. El GT350 y el GT500, ambos basados en los Ford Mustang, son dos de sus modelos más famosos. En 1967 recibieron un encargo de Goodyear: diseñar un coche para demostrar la calidad de sus ruedas Thunderbolt, dirigidas al mercado doméstico. Shelby decidió darle un buen repaso a los neumáticos, y junto a su diseñador jefe, Fred Goodell, usaron la base del Mustang que tan bien conocían y le colocaron un motor GT40 Mk 2 (7L, 485CV), el que Ford montaba en sus coches para las 24 horas de Lemans.

Los periodistas montaron en el coche, conducido por el propio Shelby, y disfrutaron de varias vueltas a una media de 142 millas por hora (228 km/h). No sé si envidiarlos o compadecerlos. Y todo esto, recordemos, con neumáticos que estaban pensados para coches normales, no para deportivos.

Aunque se estudió la posibilidad de hacer un coche para el público con las mismas especificaciones, el precio era muy alto: 7500 dólares de la época, unos 41000 actuales. Así que se quedó como uno más de los excéntricos, exagerados y maravillosos experimentos de la factoría Shelby.